Por Utzu García
Tras 4 largos años de espera, la Estación Mapocho volvió a ser el epicentro de la actividad musical chilena, con sellos, agencias, profesionales y artistas mostrando sus más recientes novedades, en un reencuentro emocionante, en donde nos volvimos a ver las caras, volvimos a abrazarnos, a conversar, reír y reflexionar sobre el futuro de la música chilena.
No cabe duda que, por tamaño, la Feria Pulsar es el mayor encuentro de la industria musical nacional, en donde todos sus actores convergen para dar a conocer sus creaciones, proyectos, alianzas e innovaciones. Nos gusta estar en Pulsar, ningún miembro de este ecosistema que se precie de tal debiera pensar en marginarse. Sin embargo, tiene muchas cosas que mejorar para ser una vitrina interesante.
En Chile, son más las personas que escuchan música que las que leen libros. En la locomoción colectiva va más gente con sus audífonos que con textos, pero la Feria del Libro atrae muchísimo más público que la gran feria de la música. En Pulsar no es necesario hacer fila para entrar y la Sala destinada a los conciertos de los principales artistas – este año con nombres de la talla de Gepe, Saiko o CAMI -, no pasa mayores zozobras con su capacidad de 800 personas, exceptuando el caso de ésta última, quién debió cambiar horario y escenario (Terraza) de su participación para dar con el aforo necesario.
Da para pensar. Fácilmente el 70% de los asistentes de Feria Pulsar son los propios artistas y agentes del mercado, que no tienen más remedio que competir inconsciente como pavos reales para ver quien tiene el plumaje más atractivo.
¿Es culpa de la SCD? ¿De los sellos? ¿Son culpables los artistas por no ser capaces de atraer a sus propios coterráneos a presenciar sus performances? Primero, no es necesario hablar de culpables. Y segundo, ninguno de los anteriores, necesariamente.
En la FISA, en la Feria del Libro, el Salón del Automóvil, la Comic Con u otros eventos feriales, es frecuente ver a los medios transmitiendo desde ahí, haciendo reportajes, cubriendo y generando contenido para sus diversas plataformas. En el caso de Pulsar, salvo algunos medios independientes, la difusión del evento fue casi nula. En los 4 días del evento, salvo un equipo de Canal 13, al menos desde los stands de los sellos, no se vio presencia de medios de alcance nacional, al menos no de modo visible. La publicidad previa fue escasa o nula y eso se reflejó en showcases con menos de 100 personas, sin importar si eran los representantes de sellos independientes en las terrazas o en la Sala en donde se presentaban los artistas principales, incluyendo a exponentes de la música urbana, quizás poco acostumbradas a audiencias tan pequeñas en lugares que no sean bares o discotecas. No le vamos a echar la culpa a los organizadores de la feria por no acarrear más público, porque esto también responde al nivel de convocatoria que tienen los propios artistas para shows de esta naturaleza.
¿Por qué los medios grandes no se interesan en cubrir el mayor evento que tiene la música chilena? Tengo una teoría, y tiene que ver con el ensañamiento de estos conglomerados contra la música nacional desde la promulgación de la Ley del 20%, cuyo primer efecto, hace ya un lustro, fue el cierre de la Radio Uno, de parte de Ibero American, el mayor consorcio radial del país. Puede que sea una vuelta de mano que se perpetúa, haciendo cada día más difícil generar repercusión con lo nuestro. Según la SCD, cada año se editan más de mil fonogramas en Chile y, salvo un puñado de figuras, la mayoría de esos trabajos se pierden en el océano del anonimato.
Las fechas también influyen. La edición 2022 se desarrolló en medio de una ola de calor inusual incluso para estas fechas, generando un ambiente que no invitaba a nadie a meterse a ese verdadero sauna que era la Estación Mapocho. Sabemos que es difícil una reprogramación: la feria del libro, algunas expos y diversos eventos que se realizan en el espacio se hacen en fechas anteriores y pagan mucho más arrendar muchos más espacios que los que arrienda la organización de Feria Pulsar, pero también habría que reconsiderarlo en el futuro.
El evento ya está consolidado entre los artistas y profesionales que integran la pequeña industria musical. Falta ese paso que lo convierta en una instancia de interés público. Por mientras, los involucrados seguimos pareciendo miembros de una secta secreta que se reúne para hablar de trascendencias que el resto desconoce. Lo hacemos felices, pero escondidos. Y podemos cambiar eso.
Excelente radiografía de la industria musical, hoy en día hay más gente involucrada en la industria emergente/independiente que gente consumiéndola.
Como dicen, hay muchos factores culpables, y a la vez no es culpa de nadie, va desde la comodidad de la mayoría de no atreverse a escuchar algo nuevo a los mismos medios de comunicación que no los ponen en la tribuna donde corresponden.
Hay arto que aprender de Argentina en ese sentido.